8 de junio de 2010

Mi inconsciente no es ni colectivo ni surrealista. 
Hoy por lo menos. Es reiterativo, inconstante pero consistente. Lleno de colores y recuerdos que vuelven con olores, sabores o alguna anotación en viejos apuntes. Siempre tuve memoria de pez, salvo para todos esos instantes de esencia dicotómica que pueden ser dulces como el solcito de otoño o la navaja que lastima profundo. A esos, los recuerdo clarisimo -casi como si fuesen fotografias en 3D, como un dejavú sensorial-.
Una acción: patear las hojas amarillas en las calles otoñales de Paraná, un día cualquiera de sol y frio dispara imagenes, sentires, palabras. Palabras que dejan esa dulzura amarga de lo que ya no es y que te hace sonreir pensando en que la nostalgia también es buena.

2 perdidos:

Unknown dijo...

Dicen por ahí: no hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió...

Palabras,

al fin.

Medusa dijo...

Dicen los que saben... debe ser... es...

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