24 de noviembre de 2010

Cuando una se cruza con un otro y en ese cruzarse surgen ganas, sean de búsqueda, de intento de comunicación o la mera creación de un momento agradable, deberia funcionar automáticamente un mecanismo de "autodefensa", de "freno ante el autoboicot".Quizás,una deberia resetarse del mismo modo que hacemos con las computadoras cuando le instalamos un programa nuevo.
así sería un cruzarse siempre nuevo, sin bagaje externo al mero encuentro. Nada de complejos, de idas, de venidas, de experiencias frustradas, de esperar lo peor, nada de excusas por los esqueletos del armario. Creo que estamos acostumbrados, modernidad por medio, a siempre esperar la tragedia, a armar nuestra vida evitandola(aunque nunca llegue, aunque nunca la haya visto siquiera), vivimos con el "miedo al caos".
En fin... me sé insegura en muchos aspectos, y sé bien que cuando las cosas marchan hay un segundo donde pienso ¿cuánto faltará para que se venga el despelote?. El problema aparece cuando, ese otro se ausenta - por cuestiones lógicas de la vida- y me encuentro sola, con esa gran enemiga que soy yo (es peor si es una tarde aburrida de noviembre) empieza esta lucha cuerpo a cuerpo con la madrenegativaamigacelosahermanapesimista que es mi subconsciente.
Y es cierto que no tengo razones, ni viejas ni nuevas, para pensar en "la maldad" de ese otro. Todas mis historias siempre terminaron demasiado bien, me llevo bien con mis exs y puedo asegurar de que nos queremos. Nunca me dejaron, nunca me metieron los cuernos, nunca me engañaron "como una pobre mucamita". Mis amores siempre estuvieron enamorados y tengo la buena suerte de siempre encontrarme con esa clase de hombres confiables, buenos y sinceros. No me puedo quejar. Y no lo hago. Solo a veces mi autoestima me juega una mala pasada. Solo eso.

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