9 de marzo de 2010

Con que facilidad se dicen las cosas!

La palabra, signo siempre presente, utilizado muchas veces con gran ligereza*. En eso pensaba: en la facilidad con que se dicen muchas cosas y en cómo lo dicho cambia realidades. No es lo mismo decir que callarse. La palabra es tranformadora, es un modo de acción. Y pensaba en que pasaria si fuesemos conscientes todo el tiempo de la fuerza de cambio de cada una de nuestras palabras.
No me cabe duda de que habría quienes se autoimpondrían la mudez ¿ Cuantos nos animariamos a omitir palabras si éstas fueran más materiales, si tuvieran cuerpo, sustancia al punto de que "no se las lleve el viento"? Si cada cosa dicha fuese un conjunto de elementos tangibles y visibles imposibles de negar, si cada oración cobrara una forma y color que la uniera indefectiblemente a nosotros.
Me acuerdo de Voloshinov  y pienso en aquella palabra como signo ideológico por excelencia. Que pasaria si fuesemos todo el tiempo conscientes de que la palabra refracta otra realidad? de que toda palabra tiene un sentido? Siguiendo a Nicolai Voloshinov podriamos agregar que todo signo ideologico tiene dos caras por lo que "cualquier injuria puede llegar a ser elogio, cualqueir verdad puede ser para muchos la mentira más grande". Y aquí entra el otro: uno que habla y otro que escucha, un contexto en el que se juega el sentido, enq ue se desarrolla el "juego de las palabras". Ahora me acuerdo de Borges diciendo - escribiendo- que "la lengua es edificadora de realidades". Vaya sino...


*Creo que la ligereza está en su uso, no es intrínseco a la palabra.

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