Mi inconsciente no es ni colectivo ni surrealista.
Hoy por lo menos. Es reiterativo, inconstante pero consistente. Lleno de colores y recuerdos que vuelven con olores, sabores o alguna anotación en viejos apuntes. Siempre tuve memoria de pez, salvo para todos esos instantes de esencia dicotómica que pueden ser dulces como el solcito de otoño o la navaja que lastima profundo. A esos, los recuerdo clarisimo -casi como si fuesen fotografias en 3D, como un dejavú sensorial-.
Una acción: patear las hojas amarillas en las calles otoñales de Paraná, un día cualquiera de sol y frio dispara imagenes, sentires, palabras. Palabras que dejan esa dulzura amarga de lo que ya no es y que te hace sonreir pensando en que la nostalgia también es buena.
2 perdidos:
Dicen por ahí: no hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió...
Palabras,
al fin.
Dicen los que saben... debe ser... es...
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